Se derritió mi escudo en el fuego de tu lumbre
Y mi espada se quebró al contacto de tu pecho
Yo los construí con la paciencia de un obrero
En las ramas de un espino, en el hielo de una cumbre
Con esmero los labré y los moldeé todo de hierro
Escondiendo sentimientos de algún bárbaro embustero
Me enfundé con mi armadura para huir de todo mal
Disfrazando esa amargura con resguardo de metal
Pero olvidé cubrir mis ojos ante corazón de madera
Y mis armas se fundieron al calor de tu humareda
Se disolvió todo el metal que me envolvía por entera
Esparcido está en el suelo de tu tierra cazadera
El invierno se me ha vuelto una brillante primavera
Se deshizo mi camino de ave errante y pasajera
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