I
Tras
la incesante imagen que entorpece la retina
la
macabra sonrisa de niño clavada en la sien
destruye
el cráneo de quien se ha fiado de su dulzura
Una
casa abandonada precipitándose al canto del océano
Un
alarido como de sirenas rompe con la llanura verde-musgo
El
hueso derruido se extingue, se hiede en los escombros
La
calavera que vomita es devorada por la sal
En las cuencas vacías la horrenda mueca permanece quieta.
II
Caigo como lluvia iracunda
sobre el mar
la ausencia de cronología
relativiza el aire
En el vaivén absurdo de la
incertidumbre
el devenir esconde lo efímero
en lo profuso
viaja en el espejismo de un
sueño absurdo
choca con el hombre que entra
en el espejo
El tiempo retorna como un
caleidoscopio quebrado
persiguiendo signos en círculos
concéntricos.
III
Desde el fondo pantanoso de un abismo
de sequedades
Aquí.
Con el cráneo machacado por el mismo
martillo con el que arponeó la muchacha
pesadilla que ahogaste en la sal de tu
ojo
Un paso en falso, un vértigo: la
mentira como gesto demoledor
El miedo es un feto que agoniza - (Mira
en mis ojos el azul de los tuyos)
Somos dos engendros paridos desde el
humedal
arrastrando sus cuerpos hacia la
superficie
El dolor es la permanencia del espanto.