Más tarde se vuelve el reloj contra mí;
más rápida la respuesta del no,
más agrio el girar del mandala,
pretencioso su mirar desde el centro
más vueltas al juego del enigma,
más desafiante su soñar.
No se encuentra en el espejo roto,
desde el prisma en que se mire,
no se encuentra en el dibujo borroso,
desde el ángulo en que lo mire.
Más patadas a la vitrina
(del otro lado de la sastrería)
más golpes a la puerta
(que nunca termina de abrirse)
Ajeno al tablero el tejo se burla del demonio
no sabe de destino, pues escapa de sí mismo
no sabe de amores, pues se siente de piedra
no sabe del cielo, porque no conoce el purgatorio...
Pero él mira el río de lejos, no porque no sepa nadar
Sino por temor a querer ahogarse.
¡Yo no soy ella!
y ya no quiero vivir en Paris.
Toda la vida ver pasar y pasar murciélagos
gatos de puerto, guarenes de acequia.
Ella rompe el tablero, yo lo construyo.
Y es que yo no sólo me sumerjo en el río
yo navego su cauce y no temo undirme en él.
Conosco el camino del cielo al infierno
y del infierno al cielo de memoria,
y se dónde van los hilos, porque una vez los corté.
Me gustaría que tú supieras escuchar inglés
y que me encontraras detrás de cada puerta
y me gustaría que leyeras la divina comedia
entonces tal vez tú podrías decirme mejor que yo
porque mi hijo se llama Dante y no Damián.
Aun asi las piezas no se mueven solas,
si tus dedos no llegasen a tocarlas
abría que comenzar el juego nuevamente.
Pero el caleidoscopio sigue siendo de cristal.
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