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Ellos se hacen llamar mensajeros de la luz, pero viven en el oscurantismo.
Son cómo vampiros energéticos, pero se disfrazan de ángeles.
Son cómo los políticos, pero se visten de antisistémicos.
Son cómo la opresión, pero parafrasean sobre la importancia de la libertad.
Utilizan palabras rimbombantes, como conexión y universo, cómo amor y ser humano.
Se cuelgan de la imagen de los grandes maestros espirituales para llamar tu atención, pero en el fondo no creen ni en ellos mismos.
Ofrecen actividades en dónde una pequeña dosis de retroalimentación y contacto con la naturaleza te cuesta la mitad de tu salario.
Dan cátedra sobre las leyes universales, pero te llenan la cabeza de sus propias interpretaciones dogmáticas.
Imparten cursos en diferentes áreas de la sanación y el manejo de energía, pero nunca te revelan todos sus secretos para que siempre vuelvas por mas.
Te hacen pensar que si no pagas lo suficiente por ello es que no valoras su trabajo.
Te hacen pensar que sólo un pequeño grupo selecto de personas puede acceder a este tipo de información.
Te hacen pensar que no hay forma de que te conviertas en autodidacta, aun cuando la mayor parte del conocimiento que ellos te proporcionan puedes encontrarlo en Internet.
Muestran una imagen de gente sencilla, pero detrás de sus vestidos de hilo y pantalones de lino blanco se ocultan monstruosas camionetas contaminantes.
Ellos dicen saber mucho sobre el cambio de era. Tratan a Acuario como si le entendiesen.
Dicen conocer los misterios de los más trascendentales oráculos, pero sólo han visto el lado ventajoso del espejo, aquel que no revela las verdaderas motivaciones.
Conocen frases pegajosas de memoria, sacadas de los mejores libros de metafísica, pero nunca se atreven a expresar una opinión propia, mucho menos si desencaja con su maqueteado discurso de amor universal.
No tienen nada nuevo que aportar que no haya aportado otro más concienzudo sobre el tema antes, porque no existen sin los textos de autoayuda.
NO LES CREAS. NO LES COMPRES.
Existe mucha gente realmente interesada en hacer de este planeta un lugar mejor.
Esa gente vive este cambio día a día, lo manifiestan en pequeños detalles desde que se levantan por la mañana hasta que se van a la cama por la noche.
Regalan su sabiduría, tienen opinion propia y la defienden, se dedican a difundir el conocimiento que debiese ser universal.
Cobran lo que tiene que cobrar por los servicios que requieren un mayor esfuerzo.
Se enfocan en la gente que realmente está interesada en el tema o en aquellos que necesiten ayuda y deseen ser ayudados, no en los pequeños grupos snobs dispuestos a pagar una enorme suma de dinero por estar a la moda en los temas esotéricos.
La gente que está trabajando para sanar el mundo está destinada a juntarse. Pero aquellos que se dedican a llenar sus bolsillos a costa de la fe y la entrega ajena, aquellos que compran estos productos como una buena oportunidad para sacar provecho propio y obtener privilegio social por ostentación, son algo realmente repugnante.
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