domingo, 27 de septiembre de 2009

Domingo



Llueve, y no se si será la última lluvia del año, pero me habría encantado pasarla contigo.
Me levanté esta mañana un poco tarde, te hubiese gustado quedarte una hora más flojeando.
Dante se paró de la cama y empezó a tirar juguetes encima... extrañé que no estuvieras tú al lado mío en ese momento.
Me preparé un café cargado... hoy si había café, y se que eso también te hubiese gustado.
Nadie me pidió cinco minutos más de sueño, nadie tomó conmigo desayuno, tampoco nadie me quitó el control remoto para ponerse a ver el History Chanel.
No quise cocinar porque me dio lata no cocinar para ti, así que me fui a huelga.
Me senté en el sillón a revisar la guía del cable y sonreí al saber que van a dar “El caballero de la noche”, pero se que me va a dar lata no haberla visto contigo.
Quiero hacer café para los dos, y que alguien me pida con los ojos que le eche palta a su pan.
Quiero tenerte a mi lado para que prepares el arroz, porque aunque no sabes cocinar te queda más rico que a mí.
Quiero sentarme en el living, y sentirte llegar por mi espalda y estrecharme tus brazos para preguntarme luego si vamos a ver alguna película.
Quiero dormir siesta contigo... aunque muchas veces dormir sea lo único que no hacemos.

Porque las noches sin ti son dificiles, pero los días... insoportables.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Here comes the sun




Hoy fue un día nublado, pero por un momento apareció el sol por mi ventana mientras escuchaba a los Beatles cantar “Here comes the sun”... Mágico, me pareció.

A veces me ciego un poco, y suelo irme en fade out, se desvanece lo que me crea certezas, frente a mis ojos se evapora la claridad, pero vuelve siempre en tornasoles.
De vez en cuando me nublo en frente del espejo, porque la persona que está ahí no soy yo, y no me agrada su cara.
Pero siempre vuelvo a mi misma como si nos hubiese separado un largo viaje, y me alegra el reencuentro, porque no hay nada más triste que alejarse de uno mismo.

Hoy no quise ir a clases, no me sentía bien, tengo una gripe (de putamadre) que me está matando, pero no es tanto el cuerpo el que me duele, si no que me duele el alma, y me duele el ego. El alma por un lado me dice: “¡Qué vida de perros! ¡Que mundo de mierda! Tener que pasar a ser una sombra más de los recuerdos ajenos, una pieza gastada del ajedrez roto, un fantasma del tiempo”. El ego me responde: “¡Que se jodan todos! Vales más que un montón de palabras con mucha diplomacia, que guardan un cerro de razones ocultas y dolorosas y unos oídos permanentemente cerrados por no querer quedar con sordera de mundo”.

Yo no quiero ser un andariego sin vaca, yo no quiero ser espectador de un discurso maqueteado.

Yo quiero aquello que he hecho mío porque lo sembré, le eché agüita, le di sol cuando había que alumbrarle, y sombra cuando necesitó un respiro.

Y entiendo que no hay tiempo ni distancia que separe a las almas que se hayan unidas por un plan divino. Es sólo que, no hay corazón que aguante. Mi veneno es la única forma de dosificar mi impaciencia, porque por muy firme que sea el elástico sólo dura lo que el otro quiere que dure, cuánto lo estire. Yo no soy quien anda cortando manos y pies sólo por necesidad de libertad (nací libre, nadie puede quitarme eso) yo corto cabezas cuando es el momento, y no doy vuelta a atrás, es por eso que me agotan tanto las idas y vueltas.

Se bien que soy insoportable, y se bien cuando. Que no se quedarme callada, que no tengo filtro, y todas esas cosas que puedan decirse de mí, pero se también quien soy, y tengo en claro que no paso fácilmente de un extremo al otro si no me dan razones para ello.

Me siento realmente molesta, pero también me siento como cuando termina la tormenta y sale el sol, y se ven los escombros en el suelo, pero aun uno piensa ¡oh! ¡estoy intacto!. Y claro está, que uno nunca queda tan intacto después de una gran tormenta, pero al menos, al menos, se que puedo construir nuevos cimientos sobre estas ruinas que dejo el invierno.

Porque no importa cuanto digas que de nada vale todo el conocimiento que hemos adquirido a través de los siglos, así de la misma forma, de nada valdría la palabra de un amigo que hemos dejado atrás. La historia no es polvo que pueda esconderse debajo de la alfombra. Y no se trata de ir acumulando conocimiento como recipientes vacíos que hay que llenar, ni tampoco de obsesionarse con ello y pararse sobre una columna de libros a dar cátedra de lo aprendido, porque el mundo no funciona así. Yo quiero abrir esa ventana que me invita a un lugar donde ambas cosas se pueden conjugar: la belleza de la ignorancia junto a la magia del saber.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Refugio





Voy a buscar mi refugio en aquel rincón oscuro donde dejé guardada la llave, por si algún día necesitaba abrir el portal del tiempo y escapar.
Voy a desatar estas cadenas de mis tobillos, a las que me mantuve atada por tantos años, por ser Prometeo sometido a tener una herida permanentemente abierta.
No necesito correr a ningún lado, porque se que estoy a salvo de la luz que quemará mis ojos.
No necesito huir de verdades malinterpretadas, porque se que mantengo los oídos atentos a lo que pueda decirme el viento.
Voy a tomar un hondo respiro, a ver si se vacía mi mente y se llena mi alma.
Voy a cerrar mis ojos, para ver mejor con aquellos que me regala la intuición.
No quiero ver hoy la claridad del día, ni tener al sol de compañero.
Hoy no.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Amor



He conocido personas en mi vida, personas que piensan que con sentir algo intenso en el corazón es suficiente para levantar un altar sobre este sentimiento y dar curso a los actos más egoístas imaginables (e inimaginables también) en el nombre de eso que llaman amor.

Yo se bien que eso no es amor, ni mucho menos amar.
No soy de aquellos que pretenden dar cátedra sobre el significado de aquella palabra tan manoseada, respeto las opiniones ajenas, pero por ningún motivo daré mi favor a esas personas que hacen del miedo un apogeo de la odiosidad.
"Esa no es la forma de mi corazón"

Yo no creo en las palabras bellas que no van acompañadas de actos.
Yo no creo en los actos que simulan ser heroicos y quijotescos, si la intención que está detrás de ellos se mantiene oculta.
Creo en la sinceridad del alma, cuando los actos no son forzados pero requieren de esfuerzo, cuando las palabras no son todo el tiempo dulces, pero son honestas.
Es ahí cuando la belleza de la retórica cobra sentido, y entonces sí puedo prestar oído a ese trinar.

No existe tal cosa cómo el amor incondicional, cuando se guarda el egoísmo propio detrás de una máscara cínica y sonriente.
No existe tal cosa cómo el amor universal, cuando no se cuidan las flores del propio jardín.
Y no existe nadie capaz de enseñar a otro cual es la forma correcta de amar, si tropieza en su discurso con palabras carentes de benevolencia.

Yo no soy la persona idonea para decir esto. Soy alguien que ha cometido muchos errores en la vida, pero he aprendido un par de cosas que me parecen importantes, la primera es que hay que saber perder para poder ganar, y la segunda es que el amor es en parte corazón y en parte decisión, es la única forma de sentirlo y vivirlo a la vez. Con egoísmo compartido, con desinterés compartido, con seguridad en uno mismo y plena confianza en el otro.
Si sólo vive en nuestros corazones: se pudre. Si sólo existe en nuestras decisiones: se marchita.

Y no importa cuan bellos sean tus sentimientos, ni cuan firme tu decisión.

Si no van de la mano no tiene sentido defender su causa.