Miedo.
Yo hablo para mis adentros, lo niego y escupo en su nombre.
Despotrico, maldigo, blasfemo.
Como si no le conociese reniego de él.
Lo oculto bajo los muebles cuando recojo el polvo que huye de mis botines,
pero es el aire que respiro y se atora en mi garganta obligándome a desmentir.
No podría comenzar a hablar hoy de ti sin romper con lo sagrado de la cautela,
ni cortar con el silencio que me da la paz de refugiarme bajos tus alas de águila nocturna.
No quisiera manchar el cielo inmaculado de este idealismo ingenuo, pero temo estar viendo borroso, temo estar caminando sobre nubes imaginarias, o es que acaso tú las pusiste ahí donde yo soñaba que estuviesen.
Miedo de darte la mano y lanzarme al vacío con los ojos cerrados.
Esta sensación de ser yo quien te está empujando al precipicio para luego salir corriendo, porque el vértigo me produce estragos y tú me haces volar demasiado cerca del sol.
No quisiera despertar una mañana en la desazón de tu recuerdo.
No quisiera yo estrellarme en el suelo para darme cuenta que era todo de cartón.
Desasosiego, la duda me causa desvelo, pues nada tiene que ver este orgullo hostil con la realidad de mi alma en vela rondando la casa vacía de ti, de esta pasión en veda que no te habla, pero te aúlla, esperando respuestas a preguntas que nadie hace.
Miedo de no saltar, de quedarme a tu vera con las manos atadas de espalda al porvenir.
Este rehén que he cogido se llama locura pero no recuerdo donde deje la llave para dejarlo salir. Se retuerce como paloma enjaulada espiando tras los alambres. Se estremece en el suelo buscando calor. Se azota las sienes contra las paredes de este laberinto.
Miedo, yo digo, tú dices ¡al diablo! y me callas con un beso.
Quizás tú te ríes porque sabes donde está la salida, pero qué necio se atrevería a regalar su amor a esta vagabunda de sueños.
Quizás tú te callas porque sabes lo hay debajo del barranco, pero dime dónde está la llave, cómo se aprende a planear sin haberse zurcido las alas primero.
No quisiera yo amanecer sin tu abrazo, porque bajo tus plumas me siento segura, y no hay pero que valga, no hay miedo que valga, porque si me dices ven, yo voy.